jueves, 11 de octubre de 2012

Nada es tan fácil...

Me detuve en medio del camino, miré hacia atrás e hice un análisis retrospectivo, pulsé pausa al cuento de hadas que se estaba proyectando en el DVD de mi vida y me dí cuenta que la imagen congelada que veía en mi televisor no es tan maravillosa como lo era la primera escena de la historia.. 
Entonces pensé ¿Qué ha pasado?  A un lado tengo la fotografía del primer día que pasamos juntas y al otro, ese cuadro. Y como si estuvieras frente a la página de amenidades de un periódico en el que te retan a encontrar las diferencias entre dos imágenes aparentemente idénticas, empiezo a enumerar las cosas que con el tiempo han cambiado, las que han sido reemplazadas por otras y las que simplemente han dejado de existir. 

“Vale –me dije-, las relaciones cambian. No puedo ser tan ilusa de esperar que la luna de miel dure para siempre”. Pero en el fondo me siento desilusionada y, conforme mi lista de diferencias va creciendo, me voy hundiendo en dudas.

En ese momento sientes que todo tiembla y que la estabilidad que creías tener no era más que una fantasía. La realidad -mi realidad- me abruma tanto que deseé con todas mis ganas poder agarrar el mando, apretar el botón de retroceso y hacer que todo sea como antes, pero no es tan simple y no siempre se puede. Supongo y quiero pensar que se trata de una suerte de punto de quiebre que define cuál es el futuro de esa relación.. 

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