Sabrina había observado a un chico,
que desde principio de curso,
no paraba de mirarla a todas horas.
Un día entre cambio de clase él se le acercó:
-Perdona, ¿Eres feliz?
+¿Porqué lo preguntas?
-Por que te veo sonreir a todas horas. Núnca te veo seria.
Núnca has faltado a clase por encontrarte mal. Aunque suspendas
un examen o no te salga bien un trabajo núnca te desanimas y siempre intentas superarte. ¿Cómo lo consigues?
-Es fácil.. Cuando tengo que desahogarme lo hago en mi pequeño
paraiso, en el cuál, estoy siempre sola. No tengo porqué preocupar a
nadie con mis problemas y preocupaciones. Y siempre prefiero tener una
sonrisa para todos aquellos que estén mal..
-Entonces..
+Entonces, (le interrumpió ella), no soy de piedra.
Solo me cubro con mi propio escudo.
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